Manzanares, en estado de gracia, conquista la Puerta Grande de Madrid
José María Manzanares en su salida hombros en Las Ventas. | EFE
Por segundo día consecutivo se ha descerrajado la Puerta Grande de Las Ventas, esta vez para ver salir a José María Manzanares que ha cortado este miércoles las dos orejas al último toro del festejo. Una paseó El Juli en el cuarto de la tarde.
Sixto Naranjo - 18-05-11
De nuevo un 18 de mayo, fecha talismán en la historia de esta Feria, ha visto triunfar a un diestro que ha abierto de par en par la Puerta Grande de Las Ventas. El nombre de José María Manzanares se une a una larga lista de toreros que han logrado abandonar a hombros este coso un día como este.
Y todo ello en un festejo clásico de San Isidro. Que amaneció ya cruzado conociéndose que la corrida de Cuvillo, la segunda en esta feria, no iba a llegar completa a las siete de la tarde. Se confirmó pasado el mediodía y supuso un ambiente hostil y a la contra desde el comienzo del festejo.
Lo de Cuvillo ha sido un paso en falso peligroso. Si no había dos corridas para Madrid no hay porqué inventarlas. El resultado ha sido este. Dos encierros con toros impresentables para una plaza como Madrid y la sensación de mangoneo dentro de la ganadería por parte de los taurinos y sus eternos caprichos.
Pero con este ambiente crispado, también tiene más mérito lo realizado por Manzanares en el sexto, el toro de mejor nota del festejo mientras le duró la correa. El alicantino acalló voces, consiguió un silencio maestrante de espectación, centró en su figura la atención de lo que sucedía en la plaza y trenzó una faena de ritmos cambiantes, de mayor acople por el pitón derecho y un cambio de mano enorme en los primeros compases de la obra. Tres tandas en redondo rezumaron temple y armonía de formas pero decayó cuando lo intentó al natural. En otro cambio de mano el toro se quedó en las zapatillas y volteó de manera tremenda a un Manzanares que se levantó sin mirarse la taleguilla para continuar otra vez por el pitón derecho.
La faena estaba en el límite de romper en triunfal o quedarse en meritoria. Manzanares, sabedor de ello, se perfiló en el centro del ruedo para entrar a matar en la suerte de recibir. Simplemente perfecto. Marcando los tiempos, vaciando el viaje en el momento justo y hundiendo con contundencia hasta los gavilanes la espada. Madrid rompió con el torero alicantino y le hizo merecedor de su primera Puerta Grande en esta plaza. Y suponemos que Manzanares, consciente de lo realizado, sabe que su gran faena en Las Ventas aún está por llegar.
Antes, en el primero de su lote, el alicantino estuvo desigual con un toro que se movió sin clase y donde molestó en exceso el viento.
No se ha ido de vacío El Juli de Madrid pese a los enésimos y constantes intentos de reventar su actuación en esta plaza. Una oreja que cayó en el cuarto, un toro de embestida noble pero seca por el pitón derecho. El palillo de la muleta de Julián no podía viajar más baja de cómo lo ha hecho. Hubo profundidad y mando mientras el toro quiso seguir con celo el exigente engaño del madrileño. El toro no tuvo las mismas virtudes por el lado izquierdo y a El Juli le sobró una postrera tanda en redondo. Pese a los dos milímetros que vieron algunos en la desprendida colocación de la espada, El Juli manejó con contundencia y eficacia el estoque. La petición de oreja fue justita, pero suponemos que la mala conciencia que persigue al presidente Julio Martínez desde el atraco a la faena de El Juli al toro ‘Cantapájaros’ de Victoriano del Río hizo que el moquero blanco asomase por el palco.
Abrió El Juli plaza con el primero de los dos remiendos de Ortigao Costa. Este colorado sólo dejó al diestro hacer un entonado saludo por delantales, ya que el animalito salió desfondado del tercio de vara.
Castella lidió en primer lugar un toro de Cuvillo chico como una rata, de plaza de talanqueras. El francés hilvanó una faena de largo metraje que sólo salió de la rutina cuando ligó una buena tanda por quietud y trazo en la distancia corta. Con el sobrero de Carmen Segovia en quinto lugar sólo pudo brillar en su ya archiconocido inicio de faena en los medios. Dos pases cambiados, un pase de pecho y uno del desprecio hicieron concebir unas ilusiones que duraron un suspiro, el tiempo que tardó el toro en tirar las cartas sobre la mesa y dejar de plantear batalla.
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SAN ISIDRO | EL JULI CORTA UNA OREJA
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